Thursday, February 16, 2012

3 años

Han pasado 3 años, he aprendido que las personas a veces son injustas, aprendí que yo soy injusta, que juzgo sin razón, guiada por el dibujo que yo quiero ver. Hace 3 años cuando llegue aquí literalmente venia huyendo. Mi vida era un caos en el que casi perdí 3 dedos y la fe en los demás, había perdido mi corazón a los 24 años.


Llegar a una ciudad donde la añoranza por tu familia y un sueño puede volverlo todo confuso, he lidiado 3 años contra mi misma, contra mi deseo de controlarlo todo, de realizar esas aspiraciones, de vivir una vida que idealice.


La ciudad a veces me absorbe, me llena de luces los ojos, de cansancio el cuerpo. La mayor parte del tiempo extraño voltear hacia arriba y ver nubes, a veces extraño tener un amor lleno de pasión (como a mi me gusta), llenarme de alcohol (como a mi me gusta) y de vivir una vida alocada, pero sobre todo extraño acostarme en el regazo de mi madre, sentarme a lado de esa mejor amiga a tomar cafe, acostarme en el piso de mi recamara panza abajo y dibujar, oír a mi mejor amigo tocar su guitarra, ver esas sonrisas que tanto amo.


Cuando llegue a esta ciudad, en mi cabeza corría la idea de encontrar un amor apacible, que me ayudara a encontrar un equilibrio, que me cuidara, que tuviera la paciencia para ayudarme a encontrar el camino hacia mi sanidad. Tengo 3 años lidiando con un amor así, porque no me acostumbro a que la vida me haya dado algo bueno, si a mi la muy puta siempre me da golpe y penas, yo que siempre estuve acostumbrada a que todos me abandonaran, no me hago a la idea de que alguien todas las noches me tome de la mano.


Aprendí en estos 3 años a desprenderme y a un me cuesta, pero las amistades se quedan en el camino y solo los verdaderos amigos siguen contigo, adelante. A veces las personas piensan “Solo quiero rodearme de gente así o así”, yo aprendí que hay que rodearse de esas personas que te escuchan, de esas personas que se acuerdan cual es tu canción favorita, tu película favorita, por eso nunca desdeñes una buena amistad, porque cuando se van ya no regresan. Aprendí que la familia, son esas personas con las que compartiste un dulce en las escaleras de la universidad y que intuitivamente saben que estas desesperado, pero sobretodo aprendí que llevo el desierto por dentro.


Hoy por hoy lucho contra mi, contra mis demonios, con todos esos problemas que vengo cargando, con esa desesperanza, con esa ambición, con esos miedos, contra el recuerdo del abandono de mi padre, contra ese amor que se que solo dejo penas, contra esos dolores en el alma, lucho por no perder un amor apacible, tranquilo y paciente, pero sobretodo, cada día es una lucha, una lucha fuerte contra mi.



3 años han pasado y hoy he vuelto a escribir.

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