Monday, June 13, 2005

Sabina

Es fácil identificarse con algún personaje ficticio de algún libro, película, etc.  Me acaba de pasar, en mis gloriosas vacaciones me leí el libro de “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera, me lo chingue rápidamente. Aunque no es de mis favoritas es una historia de amor fatídicamente entrelazada (para darte de golpes de cabeza si estas pasando por un quiebre, no de los que hacen cortarte las venas, pero si doloroso, de los que aflojan el moco).  


No pude evitarlo, no siempre me pasa, pero esta vez no pude evitarlo y poco a poco me fui identificando como un estereotipo Sabinesco, esa mujer que hacia decretos en contra del amor y que al final se queda sola, sola, sola, llorando por el recuerdo de su amante ya muerto.


Yo también formulo decretos, busco el mas mínimo detalle de repugnancia o las manías del individuo en cuestión para rechazarlo como prospecto de algo mas. Siento que nunca podré desprenderme del recuerdo equivalente al Tomas de Sabina, ese hombre al que no puedes odiar a pesar de su poligamia y de su amor desmedido hacia otra mujer a la cual no puede serle fiel (así no es C. o al menos nunca me entere de infidelidades o amoríos, pero eso no lo se de cierto).  


Parecería que yo soy como el personaje de Teresa, de carácter aguantador y sumiso, pero no, ni sumisa, ni aguantadora. Mi boca y mis arranques hormonales pendejos me meten en problemas muy seguidos.  No tengo ni una gota de aguantadora de injusticias y siempre ando defendiéndome, sin decir que ya nomás me siento absorbida o enclaustrada y hago pleitos para liberarme sea como sea.  


Soy como la Sabina que añora ver en las ventanas el reflejo familiar, que se siente protegida al sentirse querida, que añora ser amada, en realidad solo se carcajea por ese deseo empalagoso, mientras se da cuenta que solo es ilusorio, que al fin de cuentas ni lo desea tanto y decide que su vida tiene que continuar sola, sola, sola...

1 comment:

Anonymous said...
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