Ayer

Ayer me convertí en humo, no en el humo libre y desfachatado del cigarrillo sino en ese humo espeso, viciado de la marihuana, ese que se cuela entre los dedos como intentando atraparlos. 

Ayer me convertí en humo para poder olvidar y expandirme sin necesidad de temer el sonido ignorante de esas palabras que alguna vez fueron hirientes. Me convertí en humo y forme vidas enteras en el aire y como humo fui dispersa, sin dolor alguno fui libre y me mezcle con el vino.  Navegue por tu cabello, por tu boca, por tu cara y tu no me sentiste y yo pude besarte, destruirte y volverte a construir en mi tacto.  Me convertí en humo y pude regresar el tiempo para vivir una vez mas aquel día en el que nos besamos sin saber nada uno del otro, ni siquiera nuestros nombres, ni el color de nuestros ojos, en medio de la oscuridad reconocí tus labios y supe que ese beso había sido dado siglos y siglos atrás en otra vida, solo ahí dejo de importar el nombre y las referencias.

Hoy me senté con la botella de vino entre las piernas y pude llorar sola, no por que me duela, simplemente odio la ausencia, no dude en escribirme tu olor en el pecho, pero el tiempo ya esta perdido, solo puedo encontrarte con forma de humo, ya no de persona, ya mis senos no te apasionan, ni mi llanto te conmueve, mis risas mucho menos te alegran y yo solo vivo para convertirme en tiempo y en humo para recorrerte, para poner mi pelvis disfrazada muy cerquitita de tus caderas y restregarme un poquito mientras te susurro palabras lascivas, solo vivo para pensarte, para llorarte como si hubieses muerto, para despertarme en la madrugada y gritarte ansiosa esperando que me consueles.  

Ayer me convertí en humo, no en ese humo desenfadado del cigarrillo, sino en el humo azulado que se mete hasta las vísceras, yo quise meterme hasta tus entrañas para vivir muy cerquita de ti y saber tus secretos.

Hoy, hoy no soy humo, soy solo un trashumante que camina ya sin sentimientos, un poco cínica, un poco dolorosa, el humo entre las manos y el mal vino en la boca…